4 ene 2012




¿Cuánto cuesta ser del Córdoba? Parece una pregunta fácil de contestar, más teniendo en cuenta mi dedicación como profesor de Economía. Cualquier persona con dos dedos de frente y algo de voluntad sería capaz de contestarme: 342 € es lo que me cuesta ser del Córdoba como abonado de tribuna descubierta. Es más, podríamos calcular cuanto me cuesta cada partido, cada gol, cada minuto en ese estadio, una simple media aritmética podría darnos la respuesta. Por desgracia esto no es tan simple, no es tan fácil.
¿Cuánto cuesta ser del Córdoba? Mucho, muchísimo, infinito. ¿Cómo podríamos valorar mi primer partido viendo al Córdoba en el viejo Arcángel con cuatro años de la mano de mi tío y mi abuelo? ¿cuánto vale ese recuerdo? Deberíamos tener en cuenta el tiempo que pasé esperando que abrieran las puertas quince minutos antes del final, el año que nuestro actual técnico mandaba sobre el verde ribereño, la ilusión de sacarme mi primer carnet a los quince años con mis propios ahorros, el día que casi pierdo la vida por un accidente de moto yendo a ver a mi equipo (y lo vi a pesar del susto), el gol de Nandi de falta en copa contra el Sevilla, los trallazos de Momparlet, el incomparable Mantecón, los sinsabores por campos infames, mi primer viaje siguiendo a mi equipo a la Línea, los destierros de Linares, Montilla y Ecija, las lágrimas que derramé en Riazor, la agresión y humillación que sufrí en A Malata, la afonía de Elche en la imborrable fase de ascenso, la taquicardia del 99, perderme el debut en 2ª por estar buscándome la vida fuera de España, la vergonzante primera vuelta del año del descenso y la orgullosa ovación el día del Valladolid, la despedida de Roberto, los escupitajos a Asen en Pontevedra, los 175, el penalti del Cádiz, el vuelo de Pierini, los accesos tercermundista con lluvia, el frío polar, el sol abrasador, jugarse la vida cada quince días en un estadio en demolición constante, la multa de coche por ir a ver un 0-0 intranscendente a Ecija, las continuas burlas de quien sólo sabe ganar con un Madrid o Barça de bar, la cara de extrañeza cuando dices que eres sólo del Córdoba, Lopez Murga, Valentín, Pepín, Bouzo, Leiva, Algar, Quero, Whellington, Morán, Loreto, Espejo, Gato Montes, Luna I y II, Sandokanes y “cordobistas” en general, el marcador Dardo...Podría seguir, 36 años de vida en blanco y verde dan para mucho más, pero no ha sido hasta hoy cuando he conseguido ver cuanto cuesta ser del Córdoba.
Mi hijo nació el pasado 24 de diciembre a las 2 y 14 minutos de la madrugada y desde ese momento tuvo algo que lo diferenciaba del resto de niños que nacieron esa noche. No era más guapo, ni más alto, ni lloraba más, ni siquiera sus padres lo querían más de lo que los demás padres querían a sus hijos, pero era especial porque era cordobesista de nacimiento y con eso a mí, a su padre le basta. No obstante, después de pasar la noche en vela, a las 12 de la mañana me dirigí a cumplir mi obligación e inscribir a mi hijo en el registro, pero no en el civil sino en el que más me importaba, en el de mi equipo. Mi hijo sería del Córdoba antes que nada, antes que español y antes que ser considerado persona.
Mi sorpresa es que no pude inscribir a mi hijo porque no era posible hacerlo en ninguna de las tiendas que tienen habilitadas para ello y me remitieron para hacerlo cualquier día laborable en el Arcángel. Con la consiguiente desilusión tuve que esperar hasta ayer 28 de diciembre para hacer el segundo intento. Tras cumplir con los trámites legales que me obligan fui a cumplir con el que me inspira, pero una señora (morena, pelo corto y entendederas aún más cortas) me dice que “Está muy ocupada vendiendo las entradas del Español y que de ninguna manera puede perder el tiempo haciendo a mi hijo abonado y que vuelva cuando haya pasado el partido” (el que hoy haya ido al estadio habrá podido comprobar las "kilométricas" colas de aficionados retirando sus pases para el partido de copa).
Desilusionado, cabreado y abatido, abandoné el estadio pensando en si de verdad merece este club mis sufrimientos, si está a la altura de la afición, del sentimiento y sobre todo si mi hijo se merece la soberana putada que pretendo hacerle uniendo su persona a este despropósito de entidad. Con lo fácil que es hacerle del Barça, del Madrid o del Sevilla, en dos días tendría su carnet y un seguro de victorias y alegrías frente a nuestros infinitos sinsabores. ¿Todavía alguien se pregunta por qué somos el culo del fútbol? Porque ser del Córdoba es muy difícil, ser del Córdoba cuesta mucho, chato.
Jose R. Galvan (Abonado nº 496)

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